Cruzarse por la calle con alguien jugando a Pokémon Go o haciendo malabarismos para el encuadre perfecto del plato de lentejas del bar del barrio y que quede como una foto de 2500 likes en Instagram pueden darte una buena pista de que estamos muy probablemente ante un millennial para los que Internet o el último smartphone del mercado son una herramienta clave en su día a día. Como el café de la mañana para los de más de 30.
El contrapunto de esta situación es que ser identificado como un abuelos digitales quizás todavía más sencillo. ¿Reconoces un disquete? ¿Aprendiste un nuevo idioma de abreviaturas cuando había que resumir los SMS como si no hubiera mañana? Te agarramos. He aquí 13 síntomas que te definen como un auténtico abuelo digital.
1. El símbolo de guardar archivo sabes que es un disquete
Seguramente el momento en que más digitalmente viejo te sientes, cayendo en tu propia trampa, se da cuando al dar instrucciones a un joven para que guarde un archivo, le indicas todo inocente tú: haz clic en el icono del disquete. La cara de “eing” o “qué me estás contando pedazo de viejo digital” es instantánea, así que toca explicarle y detallarle de forma gráfica a qué icono te refieres. Usar disquete, nunca más.
2. Has conocido una máquina avanzada que permite escribir e imprimir al mismo tiempo
La tecnología no siempre supone un avance en cómo trabajamos. La máquina de escribir es un ejemplo del todo claro. Vale que las correcciones son mejores ahora con un procesador de texto y el ordenador. También que hay que ser muy torpe o bruto para que en un teclado de PC se queden enganchadas dos teclas como ocurría con las máquinas de escribir.
Pero, ¿quién supera el hecho de que con una máquina de escribir pudiéramos realizar la tarea de imprimir el documento al mismo tiempo que estábamos escribiendo? Tecnología analógica punta.
3. El lapicera BIC era LA HERRAMIENTA para viajar en el tiempo
Llegó un momento en que podías hacerlo con el propio reproductor, pero para entonces, ya eras todo un maestro en el noble y olvidado arte de rebobinar una cinta de casette con un bolígrafo, preferiblemente un BIC.
El ahorro de batería del reproductor era la clave. ¿O quizás algo hipnotizante? Si hasta ha habido un campeonato reciente organizado por Retrobytes que para deshonra de los abuelos digitales ganó un chico de 15 años con la siguiente marca: 51 vueltas en 30 segundos.
4. Copiar el contenido de una carpeta requería nivel 7 de hacker
Aunque hay series de hackers muy realistas, como por ejemplo Mr Robot, para muchas personas la idea de un hacker a veces se limita a comprender y poder realizar tareas con líneas de comandos. A ser posible con un teclado mecánico que suene fuerte a cada tecleo.
Un abuelo digital se ha sentido así de poderoso hasta la llegada de los sistemas operativos con interfaz de usuario, aunque solo fuera para ver el contenido de una carpeta … ¿sabes dónde? … Exacto, ¡en un disquete! Ya estamos en nivel jefe final de abuelismo.
5. Tardabas más tiempo en pensar lo que decir en un SMS que escribiéndolo
Intenta ahora explicar a un adolescente que mandar mensajes de texto a sus amigos cuesta dinero y los hilos eternos de Whatsapp para quedar un sábado por la noche un grupo de 3 amigos no los podría pagar ni Lebron James con su nuevo contrato de 100 millones de dólares.
Que las lenguas de algunos países se mantengan todavía vivas hay que agradecérselo a Whatsapp. Sin duda.
6. El sonido del módem conectando: una droga que nos subía las pulsaciones
Cuando veas a algún joven quejarse de que se ha quedado sin datos o de que la cobertura no es 4G en un apartado rincón de los Pirineos, piensa en lo dulce que sería una condena de una semana en una casa “conectada” de hace más de 20 años, cuando el proceso para conectarse a Internet seguía un ritual excitante:
- Gritar a nuestros padres que colgaran el teléfono para poder conectarnos.
- Marcar con el módem y aguantar la respiración unos largos segundos hasta que parecía que empezaba a conectar. Pulsaciones a mil al ritmo del sonido del módem.
- Rezar mucho porque la conexión no se perdiera o hubiera que llamar a la tía de Lili.
7. El GIF era un recurso, no un entretenimiento
Los sistemas de mensajería, las redes sociales … nada escapa a los GIF. Sal a la calle, pregunta y con las respuestas que te den podrás trazar una línea bastante fiable entre los abuelos digitales y los demás. Los mayores del lugar disfrutan de los GIF graciosos que inundan la red, pero también serán capaces de recordar lo que este tipo de imágenes “movidas” han hecho por darle algo de animación a las viejas webs personales.
8. La dulce espera del revelado de fotos
Es cierto que en la actualidad, con los smartphones, Instagram y los filtros, hay quien tarda más tiempo en dejar lista una fotografía para redes que lo que hace unos años teníamos que esperar en que en la tienda del barrio revelaran las 36 fotos. Pero a ver quién es el valiente que puede aguantar hoy en día las 24 horas de espera que un abuelo digital disfrutaba hasta que podía ver el fruto de su faceta de fotógrafo.
9. El giro era lo táctil
Si memorizar un número de teléfono es algo que no se estila hoy en día, qué decir del manejo de los viejos teléfonos de rueda. Los que no han tenido que usar uno en su día a día tratarán de pulsar las teclas, arrancar el disco o incluso pedirle a Siri que marque un teléfono antes que pensar que, antes, el giro era lo táctil.
10. Los CDs gigantes son los padres
Muestrales a cualquier niño un vinilo. Seguramente se sorprendan de ese CD tan grande que no sabrían dónde colocarlo. O igual lo situarían en una estantería donde sus padres guardan como oro en paño CDs gigantes con portadas que no paran de mirar y mirar. Y ni se te ocurra llamarlo vinilo porque tratarán de pegarlo a la pared de su habitación para adornarla.
Elegir revoluciones, colocar con mimo la aguja … ay, qué de rituales hemos perdido con el tiempo.
11. Unos bits ganan a los clanes
Caramelos, bichos que tenemos que cazar, clanes o pájaros que lanzamos al aire. Así cualquiera se entretiene en casa o la espera del dentista. Solo los más abuelo digitales aprecian el regusto y placer de unos pocos bits que había que mover por la pantalla del irrompible Nokia, con más valor si cabe por el reducido tamaño de pantalla y absurda resolución. ¡Pero QUE BATERÍA!
12. El porno (y el fútbol) era imaginación
Lo que ha hecho Internet por la distribución y disfrute de contenido para adultos (fútbol incluido) no podemos negarlo. Pero ahora es todo demasiado fácil. Un abuelo digital es capaz de descifrar códigos secretos o incluso QR con solo guiñar un poco los ojos. El Plus codificado de los viernes por la noche/domingo por la tarde, o las fotos subidas de tono que quedaban a medio mostrar en la pantalla del PC con nuestras conexiones de 56 kbps no las aprecia cualquiera. Ni los millennials tienen tanta imaginación como antes, cuando éramos capaces de “adivinar” el nombre del autor de un gol entre ruido y líneas horizontales.
13. Cuando el “paloselfie” era quién pasaba por ahí
Estos últimos años pocos detalles me han demostrado de forma más clara que soy un abuelo digital. No escoger el selfie como manera de tener una foto de grupo o con tu pareja/hijo sino pedirle a alguien que pasaba por ahí que te haga la foto (y que te miren mal) es la manera más fiable de que te hagan sentir un abuelo al que le gusta más autorretrato que selfie.
Y ustedes, ¿qué habías conocido que nadie entiende ahora? ¿Tienes alguno de estos síntomas de abuelo digital?
xataka