Es tal vez lo que haya pensado el protagonista de la fotografía con su invento. ¿Por qué seguir insistiendo en reproductores MP3 cada vez más pequeños, con capacidad limitad a unos pocos gigas, con pantallas diminutas en las que apenas se puede distinguir un montón de datos? Artista, canción, número de pista, volúmen, estado de la batería, nivel de volúmen.

Nada como recurrir a un portátil de toda la vida. Ah, y como funda o correa de sujeción nada como la cinturilla elástica de los calzoncillos. Ideal para escuchar música mientras te preparas un pollo en pepitoria. Y aún hay más.

Usar un portátil como reproductor portátil no tiene más que ventajas.

Amplías la capacidad habitual y puede que pasen años hasta que vuelvas a escuchar la misma canción otra vez. Tienes una enorme pantalla para consultar la información de tus temas favoritos y para elaborar unas listas de reproducción interesantes además de la ventaja adicional de contar con un enorme teclado qwerty par corregir esas etiquetas que incluyen errores o son incompletas. Por no hablar de que un portátil puede servir para algún otro uso más.

Sin ir más lejos el usuario que aparece en la foto puede haber descubierto la posibilidad de usarlo para comunicarse con sus congéneres. Si te fijas aparecen conectadas dos clavijas, lo que da que pensar. Puede tener conectados auriculares y micrófono y mientras está escuchando música habla con alguna pibita por Skype.

Un tipo listo. Además en las noches de invierno el MP3 te calienta los lomos. Lo dicho, un invento.